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Reflejo de nuestra sociedad


Hablamos de amor y esparcimos odio; hablamos de honestidad y nos comunicamos con mentiras; hablamos de amistad y no confiamos; hablamos de tolerancia y tenemos prejuicios contra cada nuevo rostro que encontramos; hablamos de armonía y seamos envidiosos y los celos dominan. Hablamos de libertad y bloqueamos nuestro verdadero yo del mundo exterior. Hablamos de paz interior y nos escondemos detrás de una capa de fachadas. Hablamos del aquí y ahora y vivimos en un mundo ilusorio. Hablamos de cambios y actuamos hablamos y hablamos sin hablar realmente.

Cuando hablamos de valores, surge una imagen determinada en nuestra mente. Una imagen que refleja nuestra sociedad. Una imagen que trata sobre nuestro día a día, sobre nuestras vidas y sobre nosotros los humanos.

Nuestra vida diaria está dominada por valores y comparaciones. Hacemos algo, le asignamos un valor y luego lo comparamos con productos similares. Comparamos precios entre sí, descuentos por volumen, ofertas especiales, campañas de ahorro. Comparamos y comparamos sin darnos cuenta de que poco a poco estamos comenzando a proyectar este comportamiento en nuestra sociedad. Comparamos a otras personas, pero sobre todo nos comparamos, comparamos y evaluamos, siempre con el motivo ulterior de ser mejores. Lucir mejor, vestirse y presentarse mejor. Nos concentramos en las apariencias puras, pero nadie habla de buenas obras, de nuestras cualidades, de lo que nos hace humanos. Casi nadie está interesado en el mundo emocional detrás de una persona. Por los miedos y la alegría que comparten. Vivimos y comparamos y olvidamos lo que realmente importa. Nos olvidamos de nosotros mismos. Y eso, queridos oyentes, es nuestra sociedad.

Una sociedad de la que tú y yo somos parte. Pero, ¿alguna vez te has preguntado quién eres en realidad? No eres solo una parte de algo grande, no solo una persona. Eres una voz, una mano amiga, un oído abierto. Eres único, independientemente de tu origen, color de piel, raza o religión. Independientemente de su género u orientación sexual. No tienes que reformar nuestro sistema electoral o convertirte en la próxima María Teresa en usar tu voto. Eres tú y eso es lo suficientemente perfecto. Porque a veces basta con reflexionar sobre nuestros valores cagados y al menos de esta forma - abierta, honesta y abiertamente - para mejorar una pequeña parte de este mundo. No en democracia, no en el sistema educativo, sino como ser humano para nuestros semejantes.

Entonces te vuelvo a preguntar: ¿quién eres tú? O mejor dicho: ¿quién quieres ser?  

Foto / Vídeo: Shutterstock.

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Escrito por lea ronroneo

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